27.9.25

No es ver Arte, es decir que has visto Arte


Esta ilustración ya con unos años de vida, del artista iraní Alireza Karimi Moghaddam, refleja un curioso espectáculo muy actual y absurdo, en el que caen muchas personas que como espectadores acuden e los grandes museos, más a sentir que están cerca de un icono y llevárselo fotografiado en un selfie, que en disfrutarlo mientras se observa, o al menos haciendo una fotografía para en su casa volver a ver la obra cuantas veces quiera.

No voy a entrar en el contenido por edades de los integrantes de la ilustración, son modas y a veces tonterías que nos arrastran según tiempos. Pero que nos deberían hacer reflexionar.

No es lógico saturar un museo por una obra en concreto, los espectadores que lo hacen no quieren ver Arte sino decir que han estado viendo Arte. 

Lo malo d estas acciones es que se prohibe hacer fotografías para no saturar y ahí sí entramos todos, también los que las deseamos para otros menesteres. Al menos han crecido los museos que de forma digital entregan copias de las obras de todos, para poderlas observar con calma en tu casa.

25.9.25

Dora Maar, pintada por Picasso


Una obra de Pablo Picasso que se creía perdida se presentó recientemente en la sala de subastas Drouot de París con una estimación de venta de unos ocho millones de euros.

El cuadro, titulado "Buste de femme au chapeau à fleurs", es un óleo sobre lienzo de 80 x 60 centímetros, pintado el 11 de julio de 1943, mostrando a la mujer amiga de Picasso, Dora Maar.

La obra, que nunca se ha mostrado al público, pertenecía a un coleccionista francés que la compró en agosto de 1944, y los actuales herederos decidieron ponerla a la venta como parte de la herencia familiar.

Según los expertos, el retrato representa un momento de transición en la vida personal del artista: la mujer retratada, Dora Maar, aparece triste pero armoniosa, mientras lleva un sombrero floreado de vivos colores.

Por tanto, el cuadro podría atestiguar el final de la relación de Picasso con Dora, que fue sustituida por la más joven Françoise Gilot.

El naturalismo quiere mezclase con el cubismo, creando un retrato que combina la fidelidad a la realidad de la persona y la descomposición geométrica típica de Pablo Picasso.