10.7.11
La Virgen con San Joaquín y Santa Ana. nueva obra de un joven Goya
17.3.25
Dibujo de Goya. Duque de Wellington
En el Museo Británico figura este dibujo realizado por Francisco de Goya de una cabeza del Duque de Wellington hecho con tiza roja y negra más grafito (sanguina) sobre papel y realizado en el año 1812. Este dibujo fue propiedad de Javier Goya y Bayeu, de Mariano Goya y Goicoechea, de Valentín Cardedera y de Colnaghi, Londres. Fue adquirido por el British Museum en 1862.
Este boceto representa a Arthur Wellesley, el futuro duque de Wellington, que era el comandante de las fuerzas británicas en España y Portugal cuando España y sus aliados lucharon para expulsar a los franceses durante la Guerra de Independencia. Wellington lideró una importante victoria británica el 22 de julio de 1812 cuando el ejército derrotó a los franceses en la batalla de Arapiles, cerca de Salamanca. El duque llegó a Madrid el 12 de agosto cuando los franceses, que habían ocupado la ciudad desde 1808, comenzaban a irse.
El dibujo de Goya lo muestra agotado y debilitado por la campaña. Lleva una expresión de resignación y abatimiento o tristeza. Se cree que este dibujo preparatorio lo hizo Goya del natural, estando posando el propio Duque de Wellington.
El dibujo es preparatorio para su retrato ecuestre, pintado mientras Wellington estaba en Madrid. La pintura se exhibió en septiembre de 1812 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Goya también tenía la intención de usarlo para una impresión en grabado, ya que el papel muestra una fuerte marca de placa (el resultado de que la hoja se envuelva alrededor de la placa), mientras que el espacio debajo del dibujo permitiría una inscripción.
El dibujo fue adquirido por el Museo Británico con una carta del nieto de Goya, Mariano, en la que menciona descubrirlo escondido por Goya con otras impresiones. Él describe el dibujo 'Un dibujo hecho en Alba de Tormes después de la batalla de Arapiles del Duque de Weelingthon por el q.e se hizo el retrato'. Tanto la carta como el dibujo están anotados por Valentín Carderera. Su inscripción debajo del retrato de Wellington identifica tanto al cuidador como a la función preparatoria del dibujo.
Este dibujo fue publicado como un facsímil en color por el Museo Británico en "Reproducciones de dibujos de viejos maestros en el Museo Británico", Parte III, publicado por los fideicomisarios, en 1893, y se describió allí como "Francisco Goya, retrato del duque de Wellington".
14.6.25
Regina Martytum de Goya en Zaragoza
En el año 1781, y después del resultado de la pintura del coreto de El Pilar de Zaragoza y bajo la recomendación de su cuñado Bayeu, que llevaba más de un año trabajando en una cúpula, el Cabildo zaragozano encarga a D. Francisco de Goya la decoración de una nueva cúpula con otra de las advocaciones del Rosario, la Reina de los Mártires o "Regina Martirum".
Aquí Francisco de Goya piensa que podría dar un cambio a su forma de pintar pues se da cuenta de que su obra sólo podrá contemplarse a casi 50 metros de altura, por lo que crea unas figuras prácticamente desdibujadas, pintadas con brochazos largos y a veces gruesos, pinceladas únicas, etc. aunque en una composición muy bella y colorista.
Visto a distancia, el resultado es perfecto, pero observado desde cerca, desde el andamio en donde pinta Goya se descubre otra cosa cuando lo observan los que habían encargado la obra.
Lo que era realmente una forma genial y adelantada a sus tiempos de pintar empastes para verlos desde un punto de vista óptico y a distancia, y que iba a marcar un antes y un después en Goya pero cuya técnica iba a influir definitivamente en el paso hacia el impresionismo, se convirtió en labios de los Bayeu y del Cabildo en una acusación furibunda.
Esas pinturas, terminadas en algo menos de dos meses, eran para ellos inacabadas, se veían como una burla hacia el encargo del Cabildo, con un intento de estafa puesto que no estaban ni siquiera dibujadas.
Esa técnica que parecía apresurada o poco detallada para los antiguos maestros de la época, tenía una fuerza expresiva tremenda. Goya buscaba transmitir emoción, atmósfera y carácter más que una belleza idealizada con detalles que solo se podían ver a un metro de distancia y nunca ser percibidos por las personas que desde el suelo de la Basílica verían sus pinturas.
Le interesaba impactar al espectador, no solo agradarle.No tenía sentido pintar cada pliegue o rasgo con precisión milimétrica, y opta por una pintura eficaz a distancia, como hacían los grandes maestros del Barroco. a partir de estos hechos, Goya cada vez se aparta más de los cánones clásicos. Sus pinceladas se vuelven más sueltas cuando empieza a expresar visiones interiores, críticas sociales, y mundos oníricos. Elige la forma más directa, incluso violenta, de representar sus ideas.
27.12.15
No es Goya, pero como si lo fuera. Copiar para aprender
9.7.21
El Coloso de Francisco de Goya, vuelve a ser atribuido al de Fuendetodos
La obra del año 1812 "El Coloso" de Francisco de Goya, vuelve a ser atribuido al de Fuendetodos desde el Museo del Prado, desde que hace 13 años se descatalogara como obra de Goya para pasar según los expertos a ser una obra de algún alumno suyo, incluso se daba el nombre de Asensio Juliá como el autor de esta obra. Ahora con la remodelación del catálogo de obras expuestas en el Museo del Prado, casi de tapadillo, se asegura en la cartela de la obra que es (otra vez) una obra atribuida a Francisco de Goya.El coloso, El gigante, El pánico o La tormenta, que así se ha ido conociendo según los tiempos muestra a un gigante que emerge detrás de unas montañas de forma amenazante, casi en una pintura "negra" desde donde y rodeado de nubes parece amenazar a una multitud de personas y animales que huyen despavoridas.
20.4.24
Autorretrato de Goya, ajeno a lo que sucede
Si quieres conocer al Goya que trabajó en Madrid debes ver esta obra. Nada más entrar en San Francisco el Grande de Madrid, la primera capilla de la izquierda nos deparará a los zaragozanos dos sorpresas. Una pequeña imagen de la Virgen del Pilar y en el altar de la capilla un gran cuadro pintado por Francisco de Goya de casi cinco metros de altura.
El 20 de julio de 1781 Francisco de Goya y otros pintores de la Corte recibieron del conde de Floridablanca el encargo de llevar a cabo la decoración de la basílica de San Francisco el Grande.
El cuadro “San Bernardino de Siena predicando ante el Rey” es un lienzo realizado por Francisco de Goya para la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid, donde aún se conserva colgado al culto religioso, y que fue pintado entre los años 1780 y 1784, entre bocetos y obra final.
Francisco de Goya era, en esa época, un joven pintor de cartones para tapices muy reconocido; pero la crisis de Gibraltar, producida al inicio del decenio, provoca la escasez de encargos públicos y hace que el interés del artista se traslade a obras de índole más privada y a obras religiosas. Había salido de Zaragoza bastante enfadado y quería asentarse en Madrid como pintor religioso y de la Corte.
En la actualidad hay dudas sobre si Goya quiso representar al monarca aragonés Alfonso V el Magnánimo o al Rey Renato I de Nápoles recibiendo las bendiciones de San Bernardino de Siena. O si tras decidir pintar a un Rey, recibió indicaciones de que era mejor que fuera otro el monarca representado. Dejó de ser Renato para ser Alfonso.
El artista emprendió esta obra con el fin de ganarse el favor del rey Carlos III, amoldando su forma de pintar al gusto neoclásico que tanto agradaba al Rey. Esto es patente en la ordenación geométrica de la composición, en forma piramidal, con casi todos los personajes mirando al cielo como extasiados.
Se considera que es una de las obras religiosas más logradas de Goya, quedándose él mismo autorretratado en la figura del joven más a la derecha con chaleco amarillo.
El violento escorzo, con una vista de abajo hacia arriba, donde se sitúa el santo iluminado desde el cielo, lo utilizará posteriormente en las pinturas al fresco de San Antonio de la Florida.
El variado y luminoso colorido recuerda las pinturas de cartones para tapices pero detalla el rostro de los personajes, dotándoles de miradas propias y personalidad.
Curiosamente el propio Goya se pinta en la obra totalmente ajeno a lo que en la escena sucede y mirando a los espectadores en vez de a San Bernardino.
23.6.25
Goya y la novia de Fernando VII
La mujer que vemos girada era María Antonia de Nápoles, hija del rey de las Dos Sicilias, con quien Fernando VII se casó en 1802, dos años después de la creación del cuadro, y en donde realmente era una niña, pues tenía entre los 15 y los 16 años. Se casó con Fernando VII con 17 años. Por cierto, murió a los 21 años, consta que por tuberculosis, pero los rumores de la época hablan de un envenenamiento de Godoy por no poder tener hijos.
29.9.24
La Duquesa de Alga retratada por Goya
Esta obra de Francisco de Goya de 1797 se encuentra en la Hispanic Society of América, y en ella vemos a la Duquesa de Alba en uno de sys retratos más interesantes y acabados, mostrando a la XIII duquesa de Alba, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo y Silva Bazán.
Además de ser un brillante alarde de pintura, también atrae por el misterio que se cierne sobre su creación y su significado. La duquesa de Alba era una de las figuras más llamativas en la corte española de los últimos años del siglo XVIII.
El retrato tuvo una gran significación personal para el artista por la relación que tuvo con ella de la que desconocemos su profundidad.
Lo cierto es que Goya conservó esta obra en su taller muchos años, después de muerta Cayetana. Hoy puede entender fácilmente ese apego desde dos puntos de vista diferentes: es un ejemplo sobresaliente de la magnitud del arte de Goya, y quizá el mejor de todos sus retratos, y posiblemente su relación personal le hizo adorar la persona que en ella estaba retratada.
31.5.16
Dos Colosos de Goya, frente a frente pero con dudas
No se sabe exactamente cuando Goya hizo esta impresión. Ha sido fechada entre 1800 a 1818 y tiene este grabado una estrecha relación con la famosa pintura de 'El Coloso' que está en el Museo del Prado de Madrid.
Este grabado es fundamental en el debate sobre la autoría de la pintura de El Coloso. Si la pintura es un trabajo de estudio, Goya tuvo que tomar prestada la figura de El Coloso de ese otro autor para realizar “su” grabado.
25.4.25
Goya y su obra de José de Toro-Zambrano y Ureta
El retrato de José de Toro-Zambrano y Ureta (Chile, 1727 - Madrid, 1796) fue la primera obra pintado por Goya para el Banco de San Carlos (luego Banco de España), que siguió a las resoluciones de su Junta de gobierno del 22 de diciembre de 1784 y del 30 del mismo mes y año.
Entre 1785 y 1788 el Banco de San Carlos (actual Banco de España), que había sido creado por Francisco Cabarrús en 1782 bajo el gobierno del conde de Floridablanca, encargó a Goya la realización de seis retratos oficiales. En la elección de Goya como pintor influyó Juan Agustín Ceán Bermúdez, por entonces primer oficial de la secretaría de la entidad.
La figura aparece recortada sobre fondo neutro siendo la cabeza la zona iluminada. De medio cuerpo y casi de frente, lleva peluca blanca, va vestido con casaca roja, chaleco del mismo color con botones dorados, camisa blanca con chorreras en el cuello y las mangas sobresalen por debajo de la casaca. La mano derecha descansa en el chaleco y la izquierda se apoya sobre lo que puede una ventana.
El primer restaurador del Museo Nacional del Prado, Amutio, hizo desaparecer una cruz de Carlos III que llevaba el retratado y repintada posteriormente a la ejecución del cuadro por Goya.
José de Toro-Zambrano fue uno de los tres primeros directores de la institución, nombrado en 1783 por su excelente trayectoria comercial y sus brillantes estrategias en la materia, sobre todo en las relaciones con América. Su actividad en el Banco de San Carlos determinó en 1784 su nombramiento como ministro honorario del Consejo Real de la Junta de Comercio y Moneda. El rey le concedió en noviembre de 1785 la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III; se sabe que Zambrano se había hecho una espectacular con más de trescientos brillantes y treinta y cuatro zafiros, todo montado en oro, que no luce aún en el retrato de Goya pero que pudo añadir más tarde, según muestran las primeras fotos del cuadro.
Goya siguió en el retrato de Zambrano hecho al óleo en 1785, la sencillez, claridad, precisión y estudio de la personalidad y del carácter del personaje. La sobriedad no es, sin embargo, un obstáculo para convertir el retrato en una obra de arte magnífica y nueva.
La técnica de Goya al óleo sobre lienzo, capta los aspectos externos de Zambrano, el color de su tez, la finura y elegancia de sus manos, el color profundo de su casaca, pero también la frialdad de sus ojos azules, el gesto seco y tenso de la boca o la firmeza de su puño sobre el antepecho que revela su carácter acostumbrado a imponer su opinión y a conseguir sus deseos.
13.6.23
Estudiantes en La Lonja, contemplando a Goya
Pocas cosas hay tan agradables en un Museo o en una Exposición, que ver a un grupo de niños o jóvenes, recibiendo explicaciones de un profesor o un guía sobre lo que se puede disfrutar allí. El Arte hay que mostrarlo, pero a su vez en los jóvenes, hay que guiarlo para que se disfruta algo más.
Esta exposición es en Zaragoza, en La Lonja en un maravilloso montaje sobre Francisco de Goya con el título de: "Yo soy Goya. La Zaragoza que viví, 1746-1775" y que está muy bien montada y sobre todo muy pedagógica también para adultos.
Organizada por el Ayuntamiento de Zaragoza, Fundación Ibercaja y la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, en colaboración con la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País y Museo Goya ha estado tres meses mostrando un particular modo zaragozano del Goya más cercano y familiar.
En la exposición, que ha sido comisariada por Domingo Buesa, se puede ver el único dibujo que le hace Goya a su esposa Josefa Bayeu, y se recuerdan frases de Goya procedentes de las cartas a su amigo, el zaragozano, Martín Zapater, que son fundamentales para entender el amor a su ciudad de acogida, Zaragoza.
Y como guiño al sentido de modernidad de Goya, se utilizarán los medios audiovisuales más vanguardistas para recuperar su figura, una forma virtual de conocer al genial pintor, que incluso nos habla virtualmente.
2.7.12
Fundación Goya en Aragón, para conocer mejor la obra del genial Goya
11.3.11
Nuevo cuadro de Goya. El apóstol Santiago adorando a la Virgen del Pilar
15.5.25
San Joaquín de Goya. Una nueva obra
Que aparezca una nueva obra de Francisco de Goya es siempre un éxito de muchos factores pues supone sobre todo un análisis de la obra muy exhaustivo antes de poder confirmar incluso la sospecha de la autoría. Los profesionales antes de asegurar, saben que va el prestigio en una equivocación.
En el Museo de Antequera y depositado por la Colección Delgado que son sus propietarios, se ha confirmado un nuevo Goya, un San Joaquín del periodo zaragozano del artista aragonés, de su época joven, de 78 centímetros de altura y 40 de anchura y como es lógico, hecho al óleo sobre lienzo.
Esta obra se subastó el año 2024 en Francia como Anónima y fue adquirido por la Colección Delgado, y tras restaurarse se han detectado todos los detalles que llevan a poder asegurar su autoría. La obra se pintó entre 1760 y 1775, en Zaragoza y antes de irse a Madrid.
Lleva una capa de base igual en color y preparación a las que utilizaba Goya en ese periodo, dejando partes de esta base sin pintar como también hacía el Goya más estudiado, sobre todo en los alrededores de la figura.
El tipo de pincelada es claramente igual al de Goya, muy similar al que hizo en ese periodo en la Cartuja de Aula Dei o en la bóveda del coreto del Pilar de Zaragoza, los pigmentos son idénticos y sigue montada en el bastidor original.
Hay un dibujo preparatorio de Goya que se conserva en el Museo de Valencia con un modelo masculino que tiene una posición de las piernas igual al cuadro de San Joaquín, y posiblemente esta obra era parte de un retablo de encargo en donde estaría también una obra de Santa Ana, para alguna casa importante de Zaragoza.
12.10.13
El último cuadro de Francisco de Goya
En aquella sesión, la obra de Goya no encontró comprador y ahora, tan solo unos meses después, ha sido adquirida por el Museo Meadows de Dallas gracias a los fondos aportados por su propia fundación y por una mecenas particular, Mrs. Eugene McDermott, que ha honrado así el 50ª aniversario de la apertura del Meadows Museum.
6.2.25
Hospital de Nuestra Señora de Gracia en 1794. Goya
Francisco de Goya nos deja escrito en una carta que esta escena: "…es asunto que él he presenciado en Zaragoza". Se trataba del Hospital Nuestra Señora de Gracia, el pabellón de los dementes y por ello a este cuadro lo tituló "El Corral de los Locos", que no es el mismo cuadro titulado "La Casa de los Locos" del mismo lugar y que veremos en otro momento.
La representación de la locura en la pintura tenía una intención moralizante pero a veces también satírica. Goya nos muestra la realidad de un hospital psiquiátrico en el Siglo de las Luces, desnudos peleándose y recibiendo la terapia del castigo, una escena en tinieblas con una luz desde la puerta enrejada que parece arrojar enfermos al patio, y otra luz cenital cegadora que sin embargo mantiene zonas en sombra en las que intuimos más figuras, más enfermos, arrastrándose por el suelo, levantando los brazos o ensimismados en su soliloquio.
La pintura de Goya que vemos es anterior a sus grabados de Los Caprichos pero su composición y claroscuros ya indica una forma de trabajar que se repite en sus grabados. En este cuadro Goya utiliza óleo sobre y en la que por supuesto destacará Francisco de Goya.
22.3.25
Goya y una niña de Zaragoza en la guerra
Si Goya fue el último gran maestro antiguo o el primer genio moderno es un dilema espurio: no se situó en la frontera entre dos épocas; él mismo era la frontera. Antaño fue celebrado por sus despreocupadas decoraciones de los palacios reales y sus grandiosos retratos. Pero Goya cambió y fue mucho más.
El Goya más admirado en la actualidad es el que abrió la modernidad social y, por primera vez, liberó los demonios internos del alma humana y los horrores de la guerra. No sabemos bien si Goya fue el último gran maestro antiguo o el primer genio de la edad moderna en la pintura, pues él mismo era la frontera.
La obra que vemos, La Aguadora, lleva la marca de ambas maneras de ser de Goya. A primera vista, parece un simple cuadro rústico de género: una joven zaragozana, encantadora, lleva agua y comida a alguien.
Pero cuando se pintó este cuadro, España ya había sido saqueada por las tropas de Napoleón. Es guerra lo que vemos aquí: el agua es necesaria para los héroes anónimos de Zaragoza, que detuvieron a los invasores prácticamente con sus manos desnudas. No es el sufrimiento lo que domina pero Goya utiliza la figura de la niña para poner en valor mucho más que los disparos o los heridos, nos habla de la Intendencia, ese trabajo heroico, obstinado y cotidiano de un pueblo que busca cambiar el mundo.
14.6.25
Brochazos de Goya, casi abstractos
Esta obra de Francisco de Goya mostrando al Rey Fernando VII no es la más conocida del monarca y de Goya. Pintada en el año 1815 vemos como detalla el Toisón de Oro que como condecoración lucía el Rey en la pintura.
En realidad traigo esta obra y su detalla para ver de cerca el tipo de brochazo que Goya utilizaba en sus obras, y que a veces le valió para serios disgustos como en Zaragoza con sus obras del las cúpulas del Pilar.Goya no buscaba una imitación literal de la realidad, sino una comunicación emocional e intuitiva de sus obras con el espectador. Él sabía que el ojo humano completa lo que el pincel sugiere, y que una pincelada cargada de intención puede decir más que mil detalles minuciosos.
Cuando Goya pintaba al fresco (como en la cúpula de San Antonio de la Florida en Madrid), debía trabajar rápido, sobre yeso húmedo, y en techos curvos o altos. Esto obligaba a un estilo más suelto, más gestual, casi impresionista.
Utilizaba pPinceladas sueltas, abiertas, casi sin contornos definidos. Las formas emergen de la luz y el contraste, usando colores planos o ligeramente matizados, con zonas casi abstractas si se observan de cerca. Lo que parecen manchas desde cerca, se transforman en rostros, ropajes, cielos al alejarse la mirada muchas veces por la obligación de la distancia a la que se colocaban sus obras.
Este modelo de brochazo en su pintura, es de alguna manera precursor de los impresionistas y expresionistas del siglo XIX y XX. Goya no solo pintaba, interpretaba la condición humana con una técnica que era en sí misma lenguaje. Esa mezcla de aparente descuido técnico y profundidad emocional lo convierte en precursor de lo moderno: del impresionismo, del expresionismo, incluso del arte abstracto.
4.7.25
La Virgen con el Niño (y sin San José) de Goya
Ha llegado a la muestra de "Goya. Del Museo al Palacio" en la Aljafería de Zaragoza una nueva obra de Francisco de Goya, La Virgen con el Niño (y sin San José) no siempre una obra totalmente reconocida como realizada por Goya sino atribuida, y pintada entre 1772 y 1773.
Es un cuadro pequeño, de 84 centímetros de altura, un óleo sobre lienzo de propiedad particular, y que se debió realizar por encargo para una capilla particular de Zaragoza, posiblemente junto a La Piedad, pues son dos obras muy similares en su tamaño.
En su forma y detalles recuerda a las pinturas de la Cartuja de Aula Dei salvando las distancias por el tamaño de la obra y por ello del tamaño de las pinceladas. Hay otra obra muy similar y realizada en las mismas fechas pero en donde también aparece San José. Obra realizada por Goya o al menos también atribuida a Goya según quien la revise.
Los análisis científicos realizados a la obra han mostrado que Goya pintó directamente sobre el lienzo, sin dibujo o boceto previo y que “reutilizó un lienzo en el que ya podría estar pintado un San Francisco de Paula” pues se observa un personaje barbado ataviado con un hábito monacal.
20.4.24
Retrato o autorretrato de Francisco de Goya
No hay duda de que quien vemos en este retrato es Francisco de Goya, que durante muchas décadas fue atribuido como autorretrato del propio Goya. Ahora hay algunas dudas propiciadas por el Museo de Arte de Boston, que es el propietario de la obra, sobre la autoría real.
Este dibujo de 11 centímetros de altura y realizado entre 1780 y 1783 con grafito y lápiz negro sobre papel verjurado y retocado con difuminos, cuando tenía entre 34 y 37 años, es la obra de un Goya asentado ya en Madrid tras haber realizado numerosas obras en Zaragoza y viajado a Italia, y empezar a ser valorado en su justa medida.
Este dibujo miniatura, guardado por Francisco de Goya entre sus propias pertenencias, pasó a su hijo Javier y luego a su nieto Mariano, hasta que lo compró Valentín Carderera y Solano. A partir de los hijos y nietos de este, la obra se escapó a los EEUU en donde permanece.
En aquellos años, Goya empezaba a trabajar para la Corte en Madrid, era académico de mérito en la Real Academia de San Fernando y pintaba en San Francisco el Grande.
En esta iglesia, en la obra Predicación de San Bernardino de Siena, realiza un autorretrato pintado y muy similar a este dibujo. La mayoría de expertos siempre se han pronunciado sobre la procedencia de Goya como autor de este dibujo, pero es cierto que las dudas sobre los materiales utilizados obliga a tener que seguir estudiando el trabajo.