21.6.25

Máscara de Malinaltepec de México


En el año 2010, el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México publicó una introducción a una nueva publicación titulada La Máscara de Malinaltepec encontrada en 1921, y realizado el estudio por Sofía Martínez del Campo, que demuestran que la máscara 
de Malinaltepec es auténtica y probablemente tiene unos 1.800 años, pues había dudas de si no era una obra moderna. 

La máscara se hizo en la fase inicial del periodo clásico en Teotihuacan (200-900 d.C.) posiblemente por los primitivos mayas, y se reutilizó como pieza funeraria en el periodo Postclásico (900-1521 d.C.)

La máscara está hecha con 762 teselas (fragmentos de piedra), y cuya antigüedad se calcula en cerca de 1.800 años. Algunos de los estudios por su caracterización morfométrica, mineralogía, petrografía, características lapidarias, análisis tecnológico y los adhesivos que se utilizaron para pegar el decorado.

Debido a que la pieza fue hecha en el período prehispánico, en dos temporalidades distintas, la duda sobre su autenticidad fue tal que en 1921 se le hicieron algunos análisis y dictámenes periciales que publicó el museo en aquella época para aseverar que era auténtica. 

De acuerdo con la especialista responsable del Proyecto Máscaras Funerarias del INAH, el equipo que analizó el objeto arqueológico quedó maravillado con la pieza, su técnica de fabricación y los materiales con los que está adornada. En aquella época se dijo que era una máscara de serpentinita, pero ahora a partir de los estudios que se realizaron sobre su composición mineralógica, se determinó con precisión que está hecha de cloritita, una roca de color verde amarillento.

Se ha confirmado el uso de copal para adherir las teselas de mosaico, lo que se comprobó con el análisis de una muestra de este material, que fue diluida y quemada, y a través del aroma se determinó la presencia de dicho elemento,

La Máscara de Malinaltepec es un objeto funerario de estilo teotihuacano, hecha en dos momentos: durante el período Clásico (200-900 d.C.) y reutilizada en el Posclásico (900-1521 d.C.) en un entierro. Mide 21 cm de altura por 21 cm de ancho y se constituye de 762 teselas cuadrangulares. Además de ser una de las piezas emblemáticas del Museo de Antropología, en la Sala Teotihuacana.

La restauradora Sofía Martínez del Campo informó que en un principio la máscara sólo era de piedra verde y sin la cubierta de teselas. Alrededor de 700 años después se le cubrió con pequeñas teselas cuadrangulares de amazonita, un mineral que en la época prehispánica tenía un simbolismo para la cultura teotihuacana, relacionado con la diosa de las aguas y la fertilidad, Chalchiuhtlicue.

Se desconoce su función durante el período Clásico, pero pudo haber formado parte de alguna escultura o haber estado sujeta a alguna estructura arquitectónica, y ya para el Posclásico se utilizó para enterrarla con un personaje importante. 

Fue en esa época que se le cubrió con fragmentos de amazonita, turquesa y concha para darle el rostro de Chalchiuhtlicue, lo que de acuerdo con las creencias antiguas, permitiría al individuo enterrado presentarse en el inframundo y ascender hacia el plano celeste con el rostro de una divinidad. Pero desconoce a quién perteneció, si la portó un hombre o una mujer.

¿Era la cara de un dios, quizás una deidad de la tormenta? ¿O formaba parte del ajuar funerario de un gobernante o un dignatario teotihuacano enviado a una lejana provincia, dado que se encontró a 500 km de su origen artístico o de fabricación?

Sin duda es una máscara ceremonial, muy probablemente de uso funerario. Sabemos que no era para que la llevara una persona viva porque los ojos no están perforados; son un mosaico sólido. Lo más seguro es que formara parte de un "añadido sagrado" o ajuar funerario de un individuo de altísimo rango.

La base es una piedra verde (posiblemente serpentina) que fue cubierta por un increíble mosaico compuesto por un número indeterminado de pequeñas piezas llamadas teselas, perfectamente cortadas y ensambladas, de las que hoy se conservan 762.

Hoy es una de las piezas más importantes que se exhiben en la Sala Teotihuacana del Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México.