Una de las carencias preocupantes incluso, pero sin duda más notables del sistema educativo español es la visión parcial e incluso eurocéntrica de la Historia del Arte que se enseña en las escuelas e institutos (e incluso en algunas Universidades), especialmente como decía en España, pero también en gran parte del mundo occidental.
Hay algunas partes de la Historia del Arte que merecerían mayor presencia en la educación actual y que suelen estar ausentes o muy minimizadas. Se enseña lo más elemental si se llegan a esos temarios, pero no se profundiza en (casi) ninguno de ellos.
Hablo del Arte no occidental ajeno a la Europa Histórica, como el Arte africano con una riqueza de simbolismos, técnicas y estilos que influyeron incluso en las vanguardias europeas (por ejemplo, el cubismo).
Del Arte Islámico del que España tiene una herencia andalusí riquísima, y sin embargo se aborda de forma superficial, sin entrar mucho en su compleja valía en arquitectura, caligrafía y ornamentación, que son esenciales para entender nuestra identidad cultural.
Nos olvidamos también del Arte de Asia Oriental (China, Japón, Corea, etc.), con perspectivas completamente distintas sobre la naturaleza, la espiritualidad y la función del Arte en sus culturas y sociedades.
O del Arte Precolombino e Iberoamericano, que en España especialmente, debería conocerse mucho mejor, tanto el Arte Contemporáneo que se hace hoy en día como el Arte maya, inca, azteca y otras culturas indígenas americanas.
Pensar ya, en que se conozca algo del Arte oceánico y aborigen australiano… es casi de locura, apenas se menciona en los temarios, pese a su profunda conexión con el territorio del que emana y la cosmovisión que a veces muestra desde tanta distancia geográfica.
Las mujeres artistas también estuvieron silenciadas durante siglos, y apenas se mencionan en los libros de texto. Desde Artemisia Gentileschi hasta Hilma af Klint o Sonia Delaunay, su obra es imprescindible. También conviene visibilizar el arte creado por personas que estén fuera del canon hegemónico y que tienen sus formas diferentes de hablar con y por el Arte.
Tampoco se habla lo suficiente del arte callejero, del diseño gráfico, los videojuegos, los cómics, la ilustración, o el arte digital con todas sus enormes variables, que no suelen enseñarse en las aulas excepto en carreras profesionales específicas.
Sin embargo, son en estos momentos los lenguajes visuales con los que más se identifican las generaciones jóvenes.
A veces parece dar miedo que exista ese arte activista o de protesta, que es esencial para entender los vínculos entre arte, política y sociedad.
Se debería trabajar más el proceso creativo, la relación entre arte y emoción, y el arte como lenguaje expresivo personal o colectivo. No solo memorizar obras y fechas.
El Arte es una forma de hablar, de expresarse, de comunicación entre partes, y es un modelo expresivos con miles de años a sus espaldas, como para pensar que seguirá otros miles de años con esas actividades, sean del tipo que sean.
Incluir o ampliar estas áreas dentro de la formación artística no significa eliminar los temas clásicos, los autores más conocidos, sino ampliar el foco. La Historia del Arte debería enseñarse como un relato plural, dinámico y en constante revisión, no como una línea cronológica cerrada escrita por una única voz.