18.10.24

Contempladores de la Lonja de Zaragoza



Los pusieron en lo alto para vigilarnos, para que estuvieran pendientes de nuestras compras y ventas. Eran ciudadanos de Zaragoza, más o menos conocidos en aquellos tiempos.

Pero con los años han perdido frescura y se les ha quedado una cara de piedra, seca y enjuta, como desabrida tras los muchos fríos y calores de los siglos inmóviles. 

Nunca se les presenta queja alguna. Ellos simplemente miran.


La escultura de Madrid que no se hizo para sentarse


Se amontonaba el metal sobre el metal en una calle de asfalto y polución. Eran las formas, las masas sobre el suelo de un material no hecho para nada que no fuera ser contemplado.

Tal vez por eso era metal que tenia diversos matices, según los humos le fueran corroyendo las vidas.

Parecía pulido de mil manos apoyadas, de incluso posaderas que cansadas, buscaban consuelo encima de la escultura de metal.

No se hizo para asiento, pero los destinos de las necesidades son inciertos.