17.11.18

Ciudades del suroeste: Beit Lehem - Belén


Líneas rectas trazadas sobre el desierto rasgan en Oriente

Todo lo que cubre la arena, 

separan a los admiradores de Omar Jayam, en uno y otro costado lanceados

Suroestes blanco roto no fortifican el alma, 

los halcones los sobrevuelan desalambrados probando cada nuevo engendro, siempre gaseoso y de racimo

A veces son sangre nómada y espesa de los abrigados señores del desierto, 

Frascos ambarinos que cada generación da ojos almendrados insinuantes, rara vez verde bosque de Silesia, ocultos tras velos de papiro

Mantenedoras de fuego eterno con olor a aceite de incendios, alimentado por inagotables olivas milenarias

Plañideras en el dolor y en el dron, la sangre de Israel contiendo tantas gotas de su sangre de Saba,

Casa del pan



Línea recta hoy curvada y mancillada con mortero siempre romano, nuevo limes contra viejos bárbaros con turbante

Cercando lo que una fascinante novela histórica, la primera del mundo, dice que nos perteneció a la casa de Benjamín 

La tumba de Raquel, convertida en un trinquete no policromado más que por un reverso cosmopolita de indignados

Coronando a la fundadora de nuestra tribu con espinos 2.0, erigiendo como Tercer Templo de Salomón nuevos Colliures y Treblinkas

La oveja de Dios dicen que tuvo formas agraciadas y hermosa apariencia, propias entonces de una aristocrática filistea, 

Hoy ocultas bajo metros de palio de chador

Casa de la carne



Albergue franciscano, cueva con nidos caliza, zoco en calle mayor de perdón express,

Aromatizada de clavelina, esencia de rosa, clavos y posos de café turco

Con hospitalidad y precios rebajados, en moneda común sin nombre de dinar

Nuevo pesebre de arte urbano

No importa lo que se haga, importa comprarlo en intimidad, fuera de la vida de bazar, los comerciantes deben ser expulsados del templo

Excepto los que nos garanticen nuestra siempre efímera seguridad…

Casa de María y de Bansky



Alimentados todos por condumios libaneses de garbanzo, aceitunas y queso, fermentados por las manos fanáticas que tanto tememos, 

Por panes receptores de miradas insistentes cinceladas por siglos de neolítico

Engrasados los órganos por aceites no picantes ni especiados

15.11 Luis Iribarren