25.11.18

Ciudades del suroeste: Spandau

Miraron al oeste para respirar y vivir cabaret, para reciclarse como basura seleccionada,

De lengua, hábito y encierros kafkianos, con sentimientos expresados en la lengua del imperio con gotas arameas.

Amenazados por programos que se llevaron y trajeron la mejor poesía rusa de la historia,

Pagaron por tener la mirada intensa, como otros les siguieron por idéntica razón de humanidad:

De quienes deconstruyeron la música antes clásica, fascinados por el jazz

De quienes pusieron el acento en el complejo de inferioridad de los enfermos ario mentales, sargentos chusqueros sin libido madura ni control de sus esfínteres

De quienes dieron las mejores páginas, partituras, reflexiones sin genuflexión, operaciones, vidrios para ver dónde bombardear civiles 

Y todo con una relatividad asumida desde la primera diáspora



No se puede ser del todo feliz o alguien, con cualquier excusa, va a por ti para hundirte

Aunque solo aspiraron a flotar, 

Salidos de las alcantarillas lituanas y de Cracovia, dejaron rastro y olor, no todos con recursos para usar el puerto libre y hanseáticos, buscando visa para su sueño

Los junkers no se lo permitieron utilizando testaferros, demasiada bancarrota grabada en sus registros mentales de morosos, siempre los mismos zu y von sostenidos por contabilidades paquidermas por fondos reservados bostwanos

Productores de herramientas con las que subastar sus museos resumen de la pintura en palacios encantados.



Desde la cabeza de puente de Haifa se veía venir, y lo negamos

Botas resonantes de acero, calzadas por obediencia debida por cualquiera de nosotros, hicimos añicos cristales de vidrio plomizo, destruir para construir y especular, la bolsa debe subir.

Todo lo hacemos por omisión y porque no se diga que destacamos



Cazados los cazadores de forma muy selectiva, para que su semilla germinara en democracias con políticas de estado, Spandau fue su apellido de ignominia

Una airosa ciudadela italiana de opereta, sucedida por una estación que resuena con nombre para siempre macabro, cerca de donde Jesse Owens voló y se lo negaron

El ballet nunca se termina ni ningún telón ha caído, el miedo a la libertad vive en cada uno de nosotros y Berlín no ha apagado los gritos ni el brillo de las gradas Riefenstahl, tampoco la opacidad mate de la ciudad arrasada por los hijos eslavos.

Siempre hay un Rudolf Hess o una atleta dopada a la que señalar para encubrir tanta desidia, tantos hijos de Suleimán que nacen en su seno no alemanes

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Hijos de Goebbels y co. Siguen operando y facturando, incluso con sede social Jerusalén.



22/11 Luis Iribarren