8.10.13

El surrealismo juega con nosotros pues nos representa sueños inconscientes

El artista belga René Magritte, pintor surrealista muy reconocido, jugó en este cuadro con la teoría de las ventanas, de los planos superpuestos, que llevan al espectador a contemplar distintas historias en un mismo cuadro.

Este cuadro “La llave (clave) del campo” está colocado sobre tres espacios diferentes. Como si contempláramos un cuadro dentro de otro cuadro, dentro de un espacio que contempla un paisaje.

Es el espectador quien siente que está dentro de una habitación con unas cortinas desde la que se ve al fondo un plano de una ventana con un cristal roto, que deja ver una paisaje tras él. 

Todo como es lógico está enmarcado en el cuadro final por una enmarcación exterior que aquí y ahora no contemplamos.

Curiosamente si el cristal (o espejo) no estuviera roto no lo veríamos, no sabríamos que está allí, entre el original del campo y nosotros. 

Juega con nosotros como espectadores, obligándonos a intentar comprender lo que nos plantea y lo que realmente está dentro de ese espacio pintado, que a veces lo vemos muy sencillo pero que perfectamente puede ser una mentira del propio artista para engañarnos, para ser más fácil su contemplación. 

Como decía René Magritte, no todo en un cuadro es una realidad tangible, es solo una representación. 

Si nos fijamos en los trozos del cristal roto que están en el suelo, vemos el imposible reflejo del paisaje. Incluso si fuera un espejo nos veríamos nosotros como espectadores y no el paisaje trasero. En cambio los trozos que permanecen

El surrealismo juega con nosotros pues nos representa sueños inconscientes, pensamientos locos, formas de ver la vida que no se forman en nuestro consciente normal. 

Son cuadros de una refinada técnica pictórica pero como realizados por locos que tienen la mente rota y desviada. En realidad son grandes obras que nos plantean otra forma de ver e intentar entender lo que vemos, lo que nos rodea. 

Obras que crean mundos paralelos que no existen. O si existen los normales no los sabemos ver si no nos los enseñan los surrealistas.