22.7.25

Relicario de Teuderico con restos de San Mauricio


Desde el siglo IV los primeros cristianos ya asentados en mucho territorio de Europa y el Mediterráneo, empezaron a conservar las reliquias de los que consideran Santos predicadores, unido esto a la conservación de todos los restos que podrían conservar de la vida de Cristo.

Se guardaban huesos o restos como uñas o pelo, pero también trozos de sus vestimentas, de los objetos que había utilizado en vida el Santo, o de sus sacrificios o ajusticiamiento, pensando que de esa manera podrían conservar sus fuerzas, sus poderes milagrosos, en un vínculo espiritual entre los creyentes y los Santos, que les acercaban a Dios.

En la propia medida del lugar o de la familia que había logrado guardar y poseer esos restos, de la iglesia o congregación de fieles que los poseía, se hacían hermosas obras de Arte para protegerlos y enseñarlos como símbolo de poder.

Los relicarios podían ser muy pequeños o de tamaño considerable, personales, familiares o comunales, y muchas veces se les atribuía poderes milagrosos. Por ello se ponían muchas veces en los altares, dentro de las iglesias, en lugares de especial veneración.

De esa forma estos relicarios eran piezas importantes para mostrar, y por ello se adornaban con los mejores metales y piedras preciosas que hubiera en esos momentos, realizados además por los mejores talladores y orfebres de la época.

Este que vemos es el llamado Relicario de Teuderico (Teodorico) que fue el personaje que lo mandó realizar, sobre mediados del siglo VII. 

Un cofre que se cree fue realizado en el sur de Alemania, y que contiene las reliquias de San Mauricio, un romano cristiano de alto grado militar del siglo III, que desobedeció al emperador Maximiano que le había ordenado atacar a otros cristianos en la actual Suiza.

Lo que vemos en la imagen es su parte delantera, de unos 13 centímetros de altura pues eran objetos pequeños para guardar en las habitaciones del hogar, y en la parte trasera de esto objeto se menciona a las personas que pagaron su realización, Nordolaus y Rihlindis, así como los herreros y orfebres que lo fabricaron: Undiho y Elio.