18.8.18

Primer cartel anunciando el cinematógrafo

En el París de la Belle Epoque, a finales de diciembre de 1895, en el Salón Indio del Gran Café de París se iba a proyectar la primera sesión de cine de pago. Una jornada donde se proyectarían nada menos que 10 películas cortas de los Hermanos Lumière, y aquella velada había que darla a conocer a los parisinos.


Los carteles eran la forma más utilizada para hacer publicidad por las calles. Este cartel, pegado en las paredes o en los quioscos, vendía el nuevo invento, el cine, las imágenes en movimiento. Los hermanos Lumière encargaron al litógrafo francés Henri Brispot una imagen que sirviera para dar a conocer su nuevo producto, el cinematógrafo. Había nacido el cine.


El diseño gráfico del cartel fue contundente y simple. A las puertas de una sala de un nuevo local de ocio, el cine, se amontonan ciudadanos de diversas clases sociales y edades, incluso hay un cura intentando entrar para ver el nuevo invento, y hay tanto jaleo por intentar entrar que están protegidos por los policías.


Un simple cartel que intentaba transmitir tres ideas sencillas: era un servicio lúdico para todos los públicos, la entrada era barata y todo el mundo podía pagarla y no atentaba contra las buenas costumbres pues hasta la policía estaba en las puertas custodiando el orden. 

Dicen que en aquella primera sesión de cine tan solo acudieron a pagar por taquilla 33 ciudadanos de París, pero muy pronto aquel invento se hizo tan famoso que a los pocos meses ya eran más de 2.000 las personas que cada día se daban cita con el cinematógrafo.


Un ejemplar de este primer cartel de cine sale a subasta este mes en la Sala Sotheby’s con un precio de salida de 40.000 euros.