El Museo Lázaro Galdiano alberga el lienzo "El aquelarre" de Francisco de Goya, pintado entre 1797 y 1798, el cual representa una escena de brujería como una reunión de hechiceras. También es conocido con el nombre de Sabbath de Brujas. Este cuadro es uno de los seis que Goya pintó para los duques de Osuna, y fue adquirido posteriormente por José Lázaro Galdiano, según indica el catálogo del museo en donde permanece.
Pintado entre los años 1797-1798. formaba parte de una serie de seis cuadros sobre brujería encargados por los ilustrados duques de Osuna para decorar su palacio de recreo en la Alameda de Osuna (hoy Parque del Capricho, en Madrid). Aunque el tema es oscuro, estos cuadros estaban pensados como piezas decorativas de "capricho" para una élite ilustrada que veía la brujería como una superstición popular digna de ser satirizada, no como una amenaza real. Hoy nos resulta imposible pensar en decorar nuestra vivienda de recreo con esta temática, pero eran otros siglos.
Esta primera versión es más narrativa y teatral. Luego hizo alguna obra similar para sus Pinturas negras. La composición es más clara y los elementos son más definidos: mostrando al Diablo como Macho Cabrío. En el centro, un gran macho cabrío negro, con cuernos imponentes adornados con hojas de vid (una alusión al dios Baco, el vicio y a lo dionisíaco), preside la ceremonia con ojos brillantes.
A su alrededor, un grupo en círculo de brujas de todas las edades (ancianas y jóvenes) le rinden culto. Su actitud es de devoción y miedo reverencial. El tema central es el sacrificio infantil. Una bruja ofrece a un niño vivo al diablo, mientras que otra sostiene a un bebé esquelético, ya "chupado". En el suelo yace otro niño muerto. Esto refleja la superstición popular de que las brujas se alimentaban de niños para crear sus ungüentos mágicos.
La escena transcurre de noche, bajo una luna creciente que ilumina parcialmente la escena, creando un ambiente de misterio y ocultismo. Esta obra, como los grabados de Los Caprichos que Goya, estaba creando en la misma época, y es una sátira contra la ignorancia y las supersticiones populares que los ilustrados como Goya y sus mecenas criticaban.
La escena transcurre de noche, bajo una luna creciente que ilumina parcialmente la escena, creando un ambiente de misterio y ocultismo. Esta obra, como los grabados de Los Caprichos que Goya, estaba creando en la misma época, y es una sátira contra la ignorancia y las supersticiones populares que los ilustrados como Goya y sus mecenas criticaban.
