19.4.21

¿Juega el Arte Contemporáneo con nuestro propio tamaño?


En el Arte actual una de las constantes que más se utiliza sobre todo en instalaciones y escultura es el TAMAÑO como elemento visual diferenciador, como el motivo con el que llamar la atención del espectador. Todos tenemos constancia del tamaño de los objetos cotidianos, pero si vemos una cuerda de dos metros de grosos, o cientos de hilos finos revueltos o un montaje con una piedra de río de seis metros de altura, solo por eso, ya nos llama la atención y la mirada. No se necesita más, que mostrar algo que es inusual, simplemente por el tamaño, por la posición, por la repetición hasta formar un núcleo de muchas cosas comunes.

Comparamos visualmente el tamaño de lo que vemos con el tamaño de lo que realmente creemos que debería tener el objeto, y sin querer nuestro cerebro se admira. Algo se sale de lo habitual y lo valoramos de otra manera. Sería algo similar si para entrar a una exposición tuviéramos que agacharnos para atravesar una puerta de 1 metro de altura o si al penetrar en su interior viéramos una muñeca de 5 metros de altura. Todos estos pequeños trucos visuales intervienen en la mirada del Arte Contemporáneo mucho más que hace unas décadas.

La pintura plana no ha muerto, pero han ido surgiendo nuevas opciones de instalaciones que logran convertirnos en espectadores diferentes. No somos ya la poderosa persona que entra a admirar algo desde la prepotencia de que somos los dueños de la situación y de nuestro tiempo. Ahora podemos vernos apabullados por lo que vemos pues nos sentimos mucho más pequeños o como poco dentro de un espacio extraño donde nada es lo que parece, no es lo que creíamos.

Las cerillas de Claes Oldenburg es un ejemplo, pero también las cabezas femeninas de Jaume Plensa o la silla rota de Daniel Berset de Ginebra, o las otras cabezas en el suelo de Samuel Salcedo. En todos estos casos y ante elementos habituales, somos simplemente unos personajes de la instalación artística que resultamos diminutos y lo notamos. La obra nos apabulla y eso es lo que se busca, hacernos sentir más pequeños para que repensemos qué somos en realidad.