8.8.19

Peces volando mientras las cerezas flotan en el ambiente

Para un niño de dos años y poco este cuadro realizado por él mismo con pinceles y dedos le ayuda a expresarse de forma artística. Es la maravillosa función del ARTE. Comunicar con formas, con colores, con sensaciones, con esa abstracción del pensamiento, de la mirada personal de cada uno.

El niño sabe perfectamente qué está haciendo. Qué quiere hacer. pero incluso si no supiera qué está haciendo, lo curioso es que SÍ SABE EXPLICARLO. En el arte a veces se puede trabajar de forma aleatoria, y luego ser la mirada del artista la que explica qué se ha realizado. No siempre se tiene que saber qué se está pintando con anterioridad a realizar el trabajo. La casualidad aleatoria también tiene su propia forma de expresión. Y de eso sabe muy bien la abstracción en casi todas sus variables.

Incluso en la literatura clásica, no siempre que se empieza a escribir una obra se sabe qué va a salir de ella, qué objetivo final va a tener. Depende pues los personajes cobran vida propia. En un cuadro, las formas, las manchas, los colores, cobran vida propia.

Pero vayamos otra vez al cuadro. ¿Qué explica el niño que ha pintado él en este lienzo? Pues tras terminarlo, o ser retirado al pensar los adultos que ya está terminado, él explica que ha pintado peces de colores, un río, un cielo y unas cerezas. Con su explicación todo tiene ya sentido. a partir de ese momento, puede gustar o no, pero lo que sí es seguro que por un momento nos hemos metido en la forma de pensar y entender del niño, nos hemos convertido en niños, y hemos visto el río, el cielo, las cerezas y los peces saltando desde el río hacia el cielo. Y eso nos lo ha dicho (sin querer, posiblemente) un niño de poco más de dos años. Y nosotros nos hemos convertido en niños de dos años.

Efectivamente, enseguida irá al colegio, y lo pulirán, y lo volverán academicista, y dejaremos de ver peces saltando, cerezas flotando y aguas que se mueven. Ha sido así siempre. No nos podemos rebelar contra la enseñanza que sin querer, también reprime. Todos tenemos que ser más parecidos, a costa de pulir los extremos.