9.10.25

Manuel Millares. ¿Pintor o escultor?


Lo que vemos arriba es una sección (un trozo) de una obra del artista canario Manuel Millares, la tituló "Cuadro" y la hizo en el año 1957 al óleo sobre tela de arpillera. Diríamos que de entrada es un clásico de Millares, fácilmente reconocible.

Pero vamos a entrar un poco más, desde el punto de vista más actual, y sobre todo personal, mío.

¿Es un cuadro o es una escultura? Desde un punto de vista clásico, la distinción parece clara. O parecería clara y contundente.

La pintura es un arte bidimensional. Su objetivo es crear una ilusión de profundidad, volumen y espacio en una superficie plana (lienzo, tabla, muro). Sus herramientas son el color, la línea y la luz.

La escultura es un arte tridimensional. Ocupa un espacio físico real y puede ser observada desde múltiples ángulos. Su lenguaje es el volumen, la masa, la textura y la relación con el espacio que la rodea.

Sin embargo, a lo largo del siglo XX, los artistas de vanguardia rompieron deliberadamente estas barreras. La pregunta dejó de ser "¿es pintura o es escultura?" para convertirse en "¿qué nuevas posibilidades surgen al fusionarlas?".

La técnica que mejor define este territorio híbrido es el relieve. Un relieve es una técnica escultórica que se trabaja sobre una superficie de fondo, de la que sobresale. Es una combinación de las artes bidimensionales y tridimensionales y depende de un fondo como la pintura, pero tiene volumen real como la escultura.

Las obras de artistas como Millares (hay en España varios de ellos) que se enmarcan en esta categoría expandida. No son simplemente pinturas con mucha textura; son pinturas-objeto o esculto-pinturas.

Las obras de Manuel Millares son, en esencia, esculturas en relieve realizadas con materiales pictóricos y no-pictóricos sobre un soporte tradicionalmente pictórico. Son un ejemplo perfecto del informalismo matérico, un movimiento donde la propia materia (la arpillera desgarrada, recosida, aglutinada con pintura) se convierte en el tema y el mensaje de la obra.

Desde el punto de vista de la crítica de arte, sus obras se analizan considerando aspectos de ambas disciplinas. Como pintura se estudia la composición, el uso del color (la dramática paleta de negros, blancos y rojos), la gestualidad del trazo y la tensión que se crea en el plano del cuadro. Como escultura se analiza el tratamiento del material (la arpillera), su volumen, las texturas, los vacíos, las protuberancias y el juego de luces y sombras que crean sus formas tridimensionales.

Millares no pintaba sobre la arpillera; pintaba con la arpillera. 

La tela de saco, con sus desgarros, costuras y torsiones, se transforma en un cuerpo, una herida, un vestigio. El artista se inspiró en las momias guanches de su Canarias natal, envueltas en telas y cuero, para crear estos "homúnculos", sus figuras antropomórficas que exploran la dualidad de la vida y la muerte, la destrucción y la construcción.

Por lo tanto, las obras de Millares no son ni lienzos pictóricos ni esculturas en el sentido tradicional. Son un nuevo ente artístico que trasciende esas categorías. Son materia que expresa la tragedia y la vitalidad de la existencia humana, situadas precisamente en esa fascinante frontera donde la pintura se hace cuerpo y la escultura se adhiere a la pared.