27.12.18

Aprendemos a mirar un poco mejor, para ver arte (2)

Vamos a intentar aprender a mirar un poco mejor. Curioso ejercicio, seguro. Observa la imagen de arriba. Acabas de llegar de noche a Times Square de New York. Si vas desde España podría ser una de las primeras imágenes que vieras de New York por los horarios de los vuelos más utilizados. Impresionante salir de la estación del Metro y encontrarte aquello, lo que ya habías visto cientos de veces en el cine o en la televisión. Ahora yo estaba allí, para observar que aquello sí existe.

¿Qué miras en esos momentos?

Depende de lo que mires, de lo que quieras mirar, eso es lo que verás. 


Estamos casi programados por nuestra forma de vivir a ver unas cosas y a obviar otras. Es imposible mirar y ver todo. Son excesivos impulsos visuales. Vemos aquello que ya llevamos como predispuesto a ver con naturalidad. Por ejemplo te voy hablar de mi experiencia. 

En esta plaza estuve dos veces en pocos meses. En la primera visita no vi las escaleras que se adivinan al fondo de color rojo. Debajo del cartel de Nice. No me acerqué a verlas y pisarlas, sentarme y comprobar que existían. Tampoco sé el motivo por el que en esa imagen de aquel día están vacías. Me imagino que por seguridad. Podrías hacer miles de fotos en una hora. O no se capaz de ver nada que no fuera el ambiente y la masa de la escena.

En la segunda visita las descubrí. Fíjate que este lugar es un icono grande y lleno de personas y colores en el que pasas minutos, en el que disfrutas de algo que sabes único por su simbolismo. Pero hasta la segunda vez no encontré las escaleras que son parte del símbolo de la zona. Y estaban llenas de personas que van allí a sentarse y a contemplar desde ese punto de vista todo el conjunto de carteles y luces, para ver personas y rarezas.

El mismo lugar de cualquier sitio no es el mismo lugar según desde donde lo miras. Nosotros seleccionamos el lugar, el punto de vista, si es externo interno en relación a la escena. Si queremos estar rodeados o no del ambiente. Y en esa misma medida somos capaces de fotografiar y de recordar luego la escena.

Además los estímulos que recibimos de la escena global son muy distintos según el punto de vista que seleccionemos. No la percibimos igual, no nos parece la misma. Aun sabiendo que siempre es la misma. Como además sigue habiendo tantos estímulos visuales, nos vemos obligados a seleccionar. 

No es posible ver si solo dedicamos unos instantes a “cada cosa”, necesitamos unos segundos al menos, pues si no es imposible que se nos queden en la memoria.

Pero aun así nuestra vista capta mucho más de lo que nosotros vemos. Es nuestro cerebro el que selecciona a qué prestarle atención. Y este ejercicio es el que empleamos en la vida común, a la hora de fotografiar o a la hora de contemplar una obra de arte.

Si un cuadro surrealista lo contemplamos 8 segundos es casi imposible que adivinemos qué nos ha querido decir el artista. Si es el cuadro de Las Lanzas no veremos ningún detalle de los personajes. Necesitamos estar mucho más tiempo si queremos recordar luego algo más que la sensación de que lo hemos visto. Porque realmente no lo hemos visto, simplemente hemos estado enfrente de él. Seguiremos hablando de esto.