Todos tenemos en el recuerdo la pintura de Joan Miró, sabemos qué hacía desde su propio surrealismo, con dibujos o pinturas que llevaban su firma de color y formas. No necesitamos que nos digan que es un Miró, para ver un Miró.
Pero también como artista multidisciplinario hacía cerámica y escultura. Ilustraba libros o hacía grabados.
Desde el taller del aragonés y escultor Pablo Gargallo en París, tuvo contacto con artistas provenientes del movimiento Dadá, que fundaron en el año 1924 —con el poeta André Breton al frente— el Grupo del surrealismo que cambió la manera de entender el Arte en Europa desde aquellas décadas del siglo XX.
Desde ese taller de Gargallo en París empezó a conocer Miró las opciones de la escultura como forma de crear obras que son muchas en una sola forma, pues depende de cómo las observemos.
El taller de Gargallo en la rue Blomet en París, sirvió a Miró como un entorno perfecto que fomentó el intercambio de ideas y la observación directa de los procesos escultóricos de Pablo Gargallo.
Y Joan Miró se dejo influenciar por Gargallo sobre todo en el entendimiento de algunos aspectos fundamentales de su propio Arte pictórico.
Gargallo fue pionero en el uso del vacío como elemento generador de luz y ligereza en la escultura, especialmente a través de la plancha metálica y el hierro, y en la fragmentación de las formas.
Esta concepción renovadora del espacio y el volumen influyó en la escultura de Joan Miró, donde el juego entre lleno y vacío, se convirtieron en rasgos distintivos.
La tendencia de Gargallo hacia el esquematismo, la fragmentación y la abstracción de las figuras, así como su interés por los personajes circenses y populares, encuentra eco en las primeras esculturas y ensamblajes de Miró, que también exploran la simplificación de la forma y la evocación poética de lo cotidiano.
Gargallo introdujo en la escultura moderna el uso de materiales industriales como el hierro, el cobre o el plomo, y técnicas de ensamblaje que Miró adoptaría posteriormente en su propia obra escultórica, especialmente a partir de los años 40 y 50.
El paso de Miró por el taller de Gargallo le permitió integrarse en el ambiente de las vanguardias parisinas, en contacto con otros artistas innovadores y con las nuevas corrientes del arte como el surrealismo, lo que favoreció su apertura a la experimentación y a la superación de los límites tradicionales entre pintura, escultura y objeto.
Esta obra de Joan Miró está en Barcelona en la zona de entrada del Palau de la Generalitat de Catalunya, y la realizó en el año 1970, la tituló "Dona".