14.6.25

Regina Martytum de Goya


En el año 1781, y después del resultado de la pintura del coreto de El Pilar de Zaragoza y bajo la recomendación de su cuñado Bayeu, que llevaba más de un año trabajando en una cúpula, el Cabildo zaragozano encarga a D. Francisco de Goya la decoración de una nueva cúpula con otra de las advocaciones del Rosario, la Reina de los Mártires o "Regina Martirum".

Aquí Francisco de Goya piensa que podría dar un cambio a su forma de pintar pues se da cuenta de que su obra sólo podrá contemplarse a casi 50 metros de altura, por lo que crea unas figuras prácticamente desdibujadas, pintadas con brochazos largos y a veces gruesos, pinceladas únicas, etc. aunque en una composición muy bella y colorista.

Visto a distancia, el resultado es perfecto, pero observado desde cerca, desde el andamio en donde pinta Goya se descubre otra cosa cuando lo observan los que habían encargado la obra.

Lo que era realmente una forma genial y adelantada a sus tiempos de pintar empastes para verlos desde un punto de vista óptico y a distancia, y que iba a marcar un antes y un después en Goya pero cuya técnica iba a influir definitivamente en el paso hacia el impresionismo, se convirtió en labios de los Bayeu y del Cabildo en una acusación furibunda.

Esas pinturas, terminadas en algo menos de dos meses, eran para ellos inacabadas, se veían como una burla hacia el encargo del Cabildo, con un intento de estafa puesto que no estaban ni siquiera dibujadas.


De hecho, a Goya se le habían encargado dos cúpulas pero ya no llegó a pintar la segunda. Goya se enfadó mucho y se vio humillado por el trato recibido y se fue de Zaragoza al no recibir ni el respaldo ni el respeto que él creía merecer. 

Esa técnica que parecía apresurada o poco detallada para los antiguos maestros de la época, tenía una fuerza expresiva tremenda. Goya buscaba transmitir emoción, atmósfera y carácter más que una belleza idealizada con detalles que solo se podían ver a un metro de distancia y nunca ser percibidos por las personas que desde el suelo de la Basílica verían sus pinturas. 

Le interesaba impactar al espectador, no solo agradarle.No tenía sentido pintar cada pliegue o rasgo con precisión milimétrica, y opta por una pintura eficaz a distancia, como hacían los grandes maestros del Barroco. a partir de estos hechos, Goya cada vez se aparta más de los cánones clásicos. Sus pinceladas se vuelven más sueltas cuando empieza a expresar visiones interiores, críticas sociales, y mundos oníricos. Elige la forma más directa, incluso violenta, de representar sus ideas.