Esta cafetería tiene en medio de su gran salón una escultura yacente e intentamos sentarnos cerca de ella, sería nuestro espacio de confort si vamos a ella, como cada comensal familiar tiene ya su silla asignada. Pueden parecer manías pero son estados de ánimo, son toma de poder del espacio.
La barra de esta cafetería está llena de posibilidades, de colores, de cristales, de lujos incluso. de sueños y de noches que van vaciando sus contenidos. Y eso sigue siendo Arte.
El Arte de la noche, del deseo, del "bien estar", del bien encontrarse. Cada vez que voy a esta cafetería de Madrid a la que se puede entrar desde varias puertas, siempre salgo por la zona de la barra para ver que todas las botellas siguen allí. No las cuento, pero las miro.