No es fácil admitir que el museo más visitado del mundo, el Louvre, incorpore a artistas vivos con obra permanente en su museo, aunque de momento solo cinco han sido invitados a intervenir en la arquitectura museística del templo del arte antiguo.
El museo del Louvre ha creado lo que llama los “decorados perennes”, a los que ha invitado a cinco artistas para que crearan obras que van a permanecer en los lugares por ellos elegidos.
Son obras contemporáneas, más lógicas en un Museo como el Tate, pero que sirven para abrir la idea de que los Museos, todos, deben reconfigurar sus formas de pensar y de actuar.
La obra que vemos arriba no es nueva, se le invitó al artista alemán Anselm Kiefer para que instalara una ora que tituló "Athanor" montada en una escalera del Museo Louvre.
La obra representa un hombre desnudo (el autorretrato del artista) acostado en el suelo y colocado sobre la parte inferior del lienzo, y por encima de él se despliega una bóveda llena de materiales ásperos. Detrás de sus constelaciones, el cielo es aún más negro que la tierra mezclada con ocre y gris.
El título de la obra toma el nombre que se da a los hornos de los alquimistas, en el que los hombres intentaron transformar el plomo en oro, al igual que los tres colores (negro, blanco y rojo) indicados por las inscripciones corresponden, a los tres colores de la alquimia: plomo, plata y oro.