20.11.22

El mundo en donde aprendí a flotar sobre el aire


En cuando decidí que ya quería ponerme a volar por mí mismo, lo primero que tuve que hacer es aprender a flotar. No es posible navegar por el aire si antes no dominas muy bien tu propio cuerpo sobre el aire. O mejor dicho, sobre los aires, pues los hay de muy diversa fuerza, dirección y mala traición. Los vientos que vienen por detrás son los que menos dominas, los que me te zarandean sin poderlos controlar bien, excepto que ya seas un gran profesional de volar por tu cuenta.

Quien se precie de querer viajar por los aires, debe saber que nada es cómodo si no te acompañas de tu propia zona hogareña, pues al contrario de las aves tradicionales, los seres humanos cuando volamos necesitamos estar más tiempo quietos que ellas, tenemos que acompañarnos de una zona de propiedad que ahora han decidido llamar Zona de Confort, para darle importancia. Antiguamente lo llamábamos cueva.

Me llevé lo imprescindible, quería intentar el vuelo sin mucha carga vieja, sin añadidos que me recordaran en exceso mi temporada de suelo quieto, de lugar fijo, de sedentarismo viejuno. Así que recogí mis árboles preferidos, mis animales de compañía a los que antes ya había ido enseñando a volar aunque no todos tuvieran alas, algo de tierra de labor para plantar acelgas y tomates, y un buen número de ventanas.

No se puede viajar por el mundo si no te rodeas de buenas ventanas abiertas para mirar y para dejar que entre lo novedoso. Ventanas con cristales, con cartones traslúcidos, ventanas que no se puedan abrir y ventanas que ya sean desde el principio huecos abiertos de par en par, para que los aires nos invadan con sus olores. 

Un mundo sin ventanas es un mundo cerrado a la contemplación, y si decides volar debes entender que lo fundamental es dejarte llevar por los aires, por los tiempos y por las miradas de todo tipo que puedas ir recogiendo en tus paseos. Aprender a guardar miradas es otro ejercicio imprescindibles que debemos aprender antes de lanzarnos a volar.

NOTA.: Este podría ser el inicio de un relato mayor, tal y como explicaba en esta otra entrada.