27.6.22

Dibujo para copiar, aprendiendo volúmenes, luz y sombras

En el siglo XVII y XVIII era muy habitual que en las academias de dibujo y pintura —bien fueran estas escuelas públicas o privadas de artistas reconocidos que buscaban a nuevos aprendices para que les ayudaran en sus trabajos—, tener dibujos de artistas más o menos reconocidos, para que sirvieran de ejemplo sobre los que copiar.

Copiar obras de otros artistas es una excelente forma de aprender, aunque suene antiguo. 

Copiar no supone quedarse con un método o un estilo ajeno, sino practicar y conocer procesos y formas. 

Dominar la mano y los volúmenes, dar luz y sombras a semejanza de obras de otros artistas, y comparar lo que se logra para saber en qué hay que trabajar más, y así lograr efectos parecidos o incluso mejores. 

Esta Cabeza de Niño, de artista Salimberri se empleó durante años en la Real Escuela de Arte de San Luis en Zaragoza, como un ejercicio sencillo pero complejo a la vez, pues trabajaba con dos colores y trataba de buscar volúmenes además de una mirada especial, donde los ojos, la nariz y la boca tienen mucha importancia. 

Cualquier mala copia supone un rostro diferente, con una mirada y una sensación del modelo, totalmente diferente.