13.11.23

Antoñito en Camborio y Federico García Lorca


Vamos a dejar abajo dos poesía de Federico García Lorca, ambos del Romancero Gitano, uno titulado "Muerte de Antoñito el Camborio" y la otra "Prendimiento de El Camborio", ambas escritas en 1928. Y a su vez vemos arriba un dibujo a tinta y lápices de colores del propio Federico García Lorca mostrando a Antoñito el Camborio

El destino trágico de Antoñito el Camborio es un símbolo poético del aire de tragedia que sobrevuele en todos los poemas del Romancero gitano. Unos textos interesantes para analizar en las escuelas, para comprender mucho mejor la poesía de Lorca y la sociedad de aquellos años en el Sur de España.

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Muerte de Antoñito el Camborio

Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
mordiscos de jabalí.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfín.
Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrella clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.

Antonio Torres Heredia.
Camborio de dura crin,
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
¿Quién te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir?
Mis cuatro primos Heredias
Hijos de Benamejí.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en mí.
Zapatos color corinto,
medallones de marfil,
y este cutis amasado
con aceituna y jazmín.
¡Ay, Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te vas a morir.
¡Ay Federico García,
llama a la guardia civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.

Tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
Un ángel marchoso pone
su cabeza en un cojín.
Otros de rubor cansado
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí,
voces de muerte cesaron
cerca del Guadalquivir.



Prendimiento de E Camborio


Antonio Torres Heredia, 
hijo y nieto de Camborios,
con una vara de mimbre 
va a Sevilla a ver los toros. 
Moreno de verde luna 
anda despacio y garboso. 
Sus empavonados bucles 
le brillan entre los ojos. 
A la mitad del camino 
cortó limones redondos, 
y los fue tirando al agua 
hasta que la puso de oro. 
Y a la mitad del camino, 
bajo las ramas de un olmo, 
guardia civil caminera 
lo llevó codo con codo. 

El día se va despacio, 
la tarde colgada a un hombro, 
dando una larga torera 
sobre el mar y los arroyos. 
Las aceitunas aguardan 
la noche de Capricornio, 
y una corta brisa, ecuestre, 
salta los montes de plomo. 
Antonio Torres Heredia, 
hijo y nieto de Camborios, 
viene sin vara de mimbre 
entre los cinco tricornios. 

Antonio, ¿quién eres tú? 
Si te llamaras Camborio, 
hubieras hecho una fuente 
de sangre con cinco chorros. 
Ni tú eres hijo de nadie, 
ni legítimo Camborio. 
¡Se acabaron los gitanos 
que iban por el monte solos! 
Están los viejos cuchillos 
tiritando bajo el polvo. 

A las nueve de la noche 
lo llevan al calabozo, 
mientras los guardias civiles 
beben limonada todos. 
Y a las nueve de la noche 
le cierran el calabozo, 
mientras el cielo reluce 
como la grupa de un potro.