La humanidad es capaz también de los fracasos más estrepitosos y uno de los ejemplos más tristes que todavía se mantienen es el de Afganistán y sus barbaridades sociales. El Arte es de lo más sencillo que existe para sufrir los desmanes de los imbéciles. Para ser destruido como nos lo atestiguan las Historias de siempre.
Los Budas de Bāmiyān o Bamiyán fueron unas esculturas creadas en la roca de unas montañas de Afganistán, a 2.500 metros de altitud, posiblemente en el siglo V esculpidos en arenisca y con unos añadidos para sacarles detalles que se hicieron con barro y paja. Estaban en sus inicios pintados, aunque de eso ya no se conservó hasta que fueron destruidas.
En esos lugares existían varios monasterios budistas, y un gran centro para la religión, la filosofía, y el arte greco-budista, y se convirtió en un gran lugar de peregrinación de los devotos budistas desde el siglo II, y hasta el tiempo de la invasión islámica en el siglo IX.
En esos lugares existían varios monasterios budistas, y un gran centro para la religión, la filosofía, y el arte greco-budista, y se convirtió en un gran lugar de peregrinación de los devotos budistas desde el siglo II, y hasta el tiempo de la invasión islámica en el siglo IX.
De todo aquel lugar destacaban las dos esculturas de Buda, gigantes pues medían 55 y 37 metros de altura, y estaban reconocidas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
En el siglo XII los musulmanes al conquistar Afganistán vandalizaron las estatuas, destruyendo sus rasgos humanos. Pero no fueron capaces de destruirlas del todo y se salvaron las pinturas de la zona, unos frescos en mal estado de conservación.
En marzo del año 2001 el régimen islámico talibán las bombardeó y las destruyó definitivamente pues las consideró ídolos contrarios al Corán. Hoy queda el hueco, hay intentos por reconstruirlos, se proyectan en su interior a veces las imágenes de los Buda destruidas para que las vean los turistas, pero ya nada puede salvar la realidad humana.
Hechos como este nos obliga a preguntarnos si es lógica la decisión de que las obras de Arte históricas, las que no pueden ser propiedad de nadie, las que incluso en su lugar de origen no son patrimonio solo de los actuales habitantes, deben estar en lugares mal protegidos, aunque sean los de origen.
No es posible trasladar grandes obras como los Budas de Bamiyán, pero sí obras pequeñas que en este siglo XXI se están devolviendo a sus países originales, no siempre con la seguridad de que en la historia próxima, sean bien conservados. La ONU debería legislar con inteligencia histórica sobre esto.